C A R G A N D O...
Escritores Salvadoreños - Jose Abelardo Amaya (Ab) : Salvemos a mi pueblo

22 de abril de 2009

Escritores Salvadoreños - Jose Abelardo Amaya (Ab)

Por cosas de la vida, como él mismo dice, un día le conocí en un rincón agradable de Santa Tecla llamado “La Posada”, sitio que ambos frecuentamos para saborear, junto a otros amigos, como decimos en buen salvadoreño, dos que tres ‘cafés’... Luego hemos cruzado algunas palabras y correos; y mediante ello supe que ya se hizo de una trayectoria importante como escritor ganando un tercer lugar en los IV juegos florales de Sonsonate, con el trabajo en la rama del cuento denominado: “María Soledad” y mención honorífica en otro certamen literario en San Vicente, también en la rama de cuento, esta vez con el cuento “Pobre Anselmo”; supe también que, de alguna manera es el tipo de persona que vive la vida con muchas menos "reglas" que las que se imponen las mayorías, y que por lo mismo, le da cierto grado de libertad que es el principal condimento para generar las amistades entre desconocidos que a veces deambulamos sin un destino premeditado por cualquier calle, a cualquier hora y sin rumbo fijo; confirmando lo dicho en el cuento que presentamos a continuación.



NOCHES DE BOHEMIA

Todo comenzó aquella noche en que el destino travieso nos reúne en unas de sus bohemias. La galería estaba invadida por personalidades famosas: poetas, músicos, artistas de todos los géneros; y la exposición pictórica era el pretexto de la reunión.
A ruegos de mi amigo expositor, acudí como observador a tan bonito evento. La noche se veía adornada por algunas estrellas y la luna en cuarto creciente apenas iluminaba la ciudad. Arriba, en la azotea del hotel que albergaba la sala de exposición, el aire estaría menos contaminado, ya que adentro los olores en su conjunto, humo de tabaco, whisquie, y cerveza lo habían vuelto insoportable, además del bullicio de las pláticas acompañadas de carcajadas – tertulias famosas ente los pintores-. Decidí entonces, salir a recibir ese aire, ya que no encajaba en ese ambiente y me sentía deprimido. Tomé mi abrigo y lentamente me dirigí hacia las escaleras que me conducirían a la azotea; con las manos un poco frías apresé mi cabello que colgaba seis centímetros sobre mi hombro, hube de apresarlo como un recurso de meditación. Hacía frío y el viento soplaba fuerte; me di cuenta que no era el único que estaba en el lugar. Como a cinco metros de distancia pude ver que las travesuras del aire inquieto movían el vestido de alguien.
La silueta que apenas se dibujaba era la de una joven alta y delgada, de cabellera suelta y un rostro envuelto con un par de lentes que reflejaban la tenue luz. Con temor a ser reprochado, pero con ganas de conversar, fui acercándome poco a poco.
-Hola, bonita noche no?
Asintió con su cabeza y su mirada huraña no dejo de manifestarme desconfianza. Me quedé perplejo cuando vi la belleza que tenia enfrente. Guardé un suspiro profundo y por unos segundos quede sin habla; acariciando mis ojos con la imagen de su rostro, reanudé el intento de conversar.
-¿Aburrida?
-Un poco. Salí. Pero ahora mismo regreso a la sala, creo que ya fue suficiente. Con permiso.
-Como quieras…

No hice ningún intento por detenerla, porque intuí que mi compañía no era necesaria o que a lo mejor deseaba estar sola; además que el tono de su voz al dirigirse a mí, en forma escueta, no era amigable. Debo reconocer que no le di importancia.
Pasaron treinta minutos en los cuales estuve pensando en amores pasados, en decepciones y frustraciones amorosas. Recreé más de algunos momentos que me invitaron a la nostalgia. La creciente Luna dibujaba un semicírculo arriba en el firmamento. Creo que la melancolía de mis noches solitarias se había apoderado de mí; por quince minutos más, mi mirada se perdía en la atmósfera oscura.

* * *

-¿Todavía aquí?
Con asombro reconocí esa voz y volví mi cabeza, esta vez el huraño era yo.
-Si claro. La noche es perfecta para meditar.
-¿Bebes?
Preguntó extendiéndome su mano izquierda en la que llevaba una de las dos copas. Supuse desde el principio que al llevar dos copas una habría de ser mía. Asentí con la cabeza y la tomé . Nos callamos por un momento y ella tomó la iniciativa, cual era mi propósito.

-¿En qué piensas?
De mis pulmones salía un tibio suspiro…
-Oh… en la vida, en la noche, en la brisa, en alguna chica bella… como tú, ¿porqué no? Se ruboriza.
-¿Romántico?
-a veces, cuando me asalta la nostalgia.
-¿Es hoy una de esas veces?
-quizás
-¿Sabes? Eres extraño- al menos así te siento- noto tu rostro pensativo y al sonrisa no se asoma en tus labios. ¿Decepción amorosa?
-Si y no. ¿Cómo explicarte? Tengo un año de estar solo y a veces siento el deseo de amar a alguien.

La conversación se volvió a estancar por varios segundos, pero volví a reanudarla.
-Oye! ¿Cómo supiste que aún estaba aquí?
-No, nunca lo supe.
-¿Siempre mientes?
-No. No estoy mintiendo. ¿Por qué habría de hacerlo?
-Digo, traías dos copas y pensé…

Como mecanismo de defensa soltó una sonrisa que interrumpían mis palabras, su rostro se había ruborizado de nuevo.
-De acuerdo, tú ganas. La verdad pensé que no fui cortés contigo cuando te acercaste a mí hace un rato. Y dije que como no estabas en el salón principal, tendrías que seguir aquí…
-Vaya! Creo que me buscaste. No pensé que en este lugar alguien lo hiciera, además de mi amigo, claro! ¿Cómo te llamas?
-Sofía Johanna, llámame Sofía, es mas artístico.
-Mi nombre es Juan José, llámame Juan o José, nunca con los dos nombres, ninguno me gusta. ¿Sabes? Para ser honesto, allá adentro me aburro, pues no se nada de pinturas o más bien no me interesa…
-Yo igual. Vine a esta galería no mas acompañando a mi madre, quien admira a los artistas del pincel.
-Salud!
-Salud!
Alzamos las copas y nuestras miradas se intercambiaron tiernamente. Decidimos ingresar al salón por otra copa y abandonamos el lugar con una sonrisa.

* * *

Mi compañero me ha buscado por todos lados
-¿qué te habías hecho?
-Estuve un rato afuera, recibiendo un poco de aire fresco.
-Por un momento pensé que te habías ido. Bueno, no importa, te voy a presentar a unos amigos pintores, que también exponen este día.

Estrechón de manos y al unísono mucho gusto
-Tu también pintas?
-No. A mi me gusta escribir…

La conversación se hizo larga y mis ojos no se quedaban quietos buscando a Sofía. La sala estaba adornada profesionalmente artística: cuadros, lámparas, jardines internos, esculturas, cortina de bellos colores… en fin, bellísima, pero yo no encontraba a la mejor decoración… se me había perdido.
Entre copa y copa, mis inhibiciones fueron desapareciendo y decidí volver a la azotea. Esta vez yo llevaría la bebida.
me dije a mi mismo.
Decidí beber uno tras otro los tragos de sendas copas luego de veinte minutos de espera… vana espera.
Baje de la azotea sosteniéndome del pasamanos de la escalera, en forma lenta, taciturno y creo que hasta decepcionado. Ella desapareció fugaz, tal como llegó.


La media noche ha cercado la bohemia y es hora de abandonar el lugar. La imagen de ella me habrá de acompañar por donde quiera que vaya.
-Perdón señor,-dijo un empleado del hotel dirigiéndose a mi- Es usted Juan José?
-Si. Claro! Respondí mecánicamente.
-Le dejaron esta nota.
Mis ojos brillaron y mi sonrisa afloró ipsofacto cuando vi quien la firmaba… su nombre se alojó en mi cerebro.

* * *

Los días transcurren en ruta normal, el recuerdo de Sofía se ha internado en mi, a medida que avanza el tiempo; se ha internado como eso: como recuerdo de una noche ligera y pertinazmente vanidosa, en al que quise jugar al romántico enamorado.

La penúltima hoja del calendario acaba de cumplir su función y por la noche hay un recital de poesía en el teatro. Acompañado de música y lirismo, incursiono de nuevo a otra noche de bohemia.
Los primeros versos de Benedetti que lee un poeta en voz alta absorben mi atención…

“…porque eres mía
Porque no eres mía
Porque te miro y muero
Y peor que muero
Si no te miro amor
Sino te miro amor
Porque tú siempre existes dondequiera
Pero existes mejor donde quiero
Porque tu boca es sangre
Y tienes frío
Tengo que amarte amor
Tengo que amarte
…aunque esta herida duela como dos
Aunque te busque y no te encuentre
Y aunque
La noche pase y yo tenga y no”.

Claro, existen historias paralelas en cualquier parte del mundo, esto viene como aliciente, pues de imagen, habrá laberintos sentimentales al otro lado del globo.
Releo mentalmente la pequeña nota que dejó Sofía la última vez que la vi

“No tienes que inventar un sentimiento:
Siéntelo…siénteme. Adiós.”
SOFIA

Tres mese han pasado desde aquel día y ahora el recuerdo de ella amenaza con extinguirse.
* * *

-José estás invitado a la entrega de premios certamen de pintura joven. ¿Qué? ¿Vamos?

Accedí de nuevo a la invitación de mi amigo, esta vez el escenario sería distinto.

Ceremonia ostentosa- un tanto aburrida-cuadros bellísimos y personalidades diversas, un poco de música, todo este marco envolvía las tertulias de artistas, en los cuales me incluía yo, por afinidad a mi compañero pintor.
La hora de la premiación comienza, el nerviosismo acecha a los concursantes pues todos desean ganar; se han anunciado en forma ascendente los terceros y segundos lugares.

Y el primer lugar corresponde a la obra AUTORETRATO del joven pintor Edwin Garibaldy Ayala.

Ante las miradas atónitas de los presentes y la emoción de ver a mi amigo recibiendo la presa que lo acreditaba como el ganador del certamen, salí de la sala en busca de una botella de vino para celebrar el triunfo. Salgo incrédulo por el pasillo que conduce al bar y tropiezo con una joven, que me ve y me llaman con asombro ¡Juan José!

La extrañeza de ambos se manifestó en el instante y en un pequeño lapsus de tiempo pensé que de cierto no era raro que en un mundo tan pequeño –ese mini mundo de las artes plásticas- algún día tendría que verla, en un mismo contexto y vaya… esta vez el destino nos ponía frente a frente por segunda vez.

-¿Qué tal?
-Bien…ha pasado un siglo desde aquella noche
-Si, parece un siglo…
-¿Por qué desapareciste sin permitirme-al menos-despedirme?
-Verás, es una larga historia, un tanto complicada y para ser honesta tuve miedo.
-¿Miedo?
-Si. Las cosas se movieron de prisa en mi vida y me casé con un hombre a quien nunca amé. Claro! Conveniencias familiares, tu sabes; y creo que a ti nunca te hubiera interesado una mujer casada, en cambio tu me cautivaste ese día. Me pareció interesante tu conversación y de hecho tú forma de ser. Te sentí honesto y demandando afecto; por eso me fui, por temor a que me descubrieras y evitar con eso cometer una locura. Estaba dispuesta, si me lo hubieras propuesto a compartir la soledad que te aqueja…
-¿Siempre mientes?
-¡Por todos los cielos!! Ya lo he dicho antes, no tengo porque hacerlo.
-Digo esto porque te ves tan feliz y tan bella como una muchacha soltera. Las mujeres casadas que tienen los problemas que mencionas, no tienen esa mirada brillante, ni esa sonrisa tan clara que no parece funesta.
-¿Es qué no entiendes? Me da gusto volver a verte y echar vuelo a mi imaginación…a mis sueños. ¡Que tonterías digo…!
-No… no, continúa, me parece bien. ¿Sabes? Tú siempre estuviste en mi mente. ¿Tienes hijos?
-No. Desgraciadamente o afortunadamente no tengo.
-Pienso en que eso ayudaría, ¿no crees?
-Claro! Pero él no los desea…

Nuestros labios se cerraron y conversamos en el lenguaje de los ojos, pronto despertamos del encanto.

-Te podré ver otro día?
-De acuerdo, te veré mañana. Llámame.

Sacase una tarjeta de presentación de la oficina donde trabaja como secretaria; la puso sobre mi mano y tomándola acaricié la suya suavemente. Un grito proveniente del salón interrumpió la ternura…
-Sofía
-Voy madre…
La botella de vino se me habría olvidado y solo participe de la alegría solidaria con Edwin, en el intento de querer celebrar; desde ese momento el universo de mis pensamientos estarían centrados de nuevo en Sofía. La noche transcurría lentamente. Creo que jamás sentí que el tiempo se movió despacio.
La celebración de los ganadores amenaza con prolongarse hasta la madrugada; la prensa entrevista a los pintores y se vuelve a sentir el ambiente a bohemia.

-Hola, he estado esperando este momento. ¿Qué? Salimos?
-Claro! De eso se trata… ven por mi…

El romance había comenzado y mi intención de amar empieza a derribar muros sólidos, se internaría como deseo y provocaría rutas clandestinas y placeres prohibidos, después de todo, el amor es un sentimiento indescriptible y se olvida de considerar el riesgo.
Esa sed de amar hizo que me involucrara y rebasara los límites de mi pasión.

Los encantos de la lluvia hacen de nuestro romance una relación bastante tierna, bastante sólida. Pero por las noches y los fines de semana me muerde la incertidumbre, la duda, los celos…pues comparto la mujer que amo, pienso que ambos desearíamos borrar los fines de semana del calendario de nuestras vidas.


En concepciones amorosas, no hay nada escrito, se quiere porque si, por imitación, por despecho, por capricho…se quiere por soledad, se quiere por querer, se quiere por confusión, se quiere por amor…se quiere de todas formas. Sin embargo esas concepciones tendrán una sola concepción válida para cada caso…irremediablemente para cada sentimiento existe un momento y una época. ¿Cuánto dura esa época? ¿ese sentimiento? ¿ ese momento?

Hube de abandonarla en otra noche de bohemia, después de un año de romance clandestino, al confesarme que no quería ser descubierta y por salvar al bebé que a su esposo llamará papá…


“las cosas existen independientemente que queramos o no…”
Ab


1 comentario:

  1. Un saludo cordial y solidario para el director del blog.
    En verdad tengo el gusto de conocer personalmente a José Abelardo Amaya, y estoy totalmente de acuerdo con la descripción que haces de su persona. Es gente que nació en esta época nuestra, cuando pertenecía a una más adelantada, a muchísimos años luz, tan distante a todo este engaño de la moralidad farsante que poco o nada podemos envidiarla. Pienso que como escritor, da destellos de aquellas añoradas letras ideales que llenan de esperanzas a propios y extraños, y que siempre resultan agradables al lector. Lecturas amenas, sincera, y llenas de vocabulario muy nuestro.

    Edgardo Benitez

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