La Trajedia de la vida - La Mosca de Mayo

Tengo especial atracción por la literatura de anticipación o también llamada Ciencia Ficción. Es un hábito que adquirí desde que inicié mis estudios de secundaria. De hecho, miles de cosas que ahora ocurren no me sorprenden porque de alguna manera en los libros que leí, ya estaba anunciado que así seria y así es; la diferencia es que ahora va todo tan rápido que apenas nos damos cuenta de que las cosas ocurren y simplemente nos convertimos en seres que las aceptamos porque así son y formarán parte de nuestra vida queramos o no, y punto. En algún momento hablaremos de ello en este blog; por ahora nada mas quiero compartir con ustedes una idea, que extraje precisamente de una novela de ciencia ficción que leí hace mucho y titulada "Los Amos del Tiempo", de Wilson Tucker, en donde en cierto modo uno concluye al igual que el autor que "En cuestiones de vida o muerte todo es relativo"; y que probablemente en nuestra tierra, solo los humanos damos importancia al hecho de que la vida es efímera lo cual hace de nuestras existencia una tragedia pues siempre nos consideramos seres condenados a la muerte. A esto hace referencia en algunos momentos el libro, y pone como ejemplo el ciclo de un pequeño insecto que, aunque en su estado larvario puede vivir mucho (cuatro estados: huevo, ninfa, subimago e imago), después de su ultima muda, nace finalmente a la vida; crece, se reproduce y muere, todo en un día... cumple con su cometido y se va. No espera de nadie recompensas posteriores, ni cielos, ni gloria, ni paraísos... su vida la alarga en su prole, siendo ese creo yo, su verdadero premio.
Aquí dejo un pequñísimo extracto de lo que mencionaba.

LAS MOSCAS DE MAYO.
Viven toda su vida en menos de un día. Ponen los huevos sobre el agua de los ríos y dejan que el azar los reparta a lo largo del cauce. La larva suele vivir varios años.

El ciclo dura apenas veinticuatro horas. Si comparamos esto con la vida promedio de un hombre, la cual es de de unos setenta años, entonces vemos que el período de este último es de unas 25,200 veces superior.
Las moscas de mayo tiene el tiempo justo para poner sus huevos y cumplir con las tareas que marca la supervivencia de la especie; nada mas. Cuando empieza a atardecer ya agonizan.
La mosca de mayo no puede comprender la brevedad de su vida. Si tuviera el don del pensamiento y pudiera ser comparaciones; entonces sabría que la naturaleza era injusta con ellas. Pero éste no es su caso y, en consecuencia, no se rebela. Viven placidamente hasta que la vejes le sale al paso y le advierte que el fin está próximo. Luego, al cabo de un tiempo deja de existir.
Por el contrario, el ser humano puede pensar, razonar, establecer comparaciones, alcanzar deducciones... El hombre ha trazado sus propias medidas. Tomó el tiempo que su planeta tardaba en dar una vuelta completa alrededor del sol y llamó a eso un año, Sabe, por tanto, que es un año y cuantos años aproximadamente puede vivir. El insecto no es un ser racional, se basa solo en su instinto y éste le indica el trabajo y la función que ha de completar antes de la caída del sol. Pero ambos, insecto y hombre, siguen el mismo ciclo: nacen, crecen, se reproducen y mueren. La mosca de mayo es tan adulta al final de su día como lo seremos nosotros a los setenta años; la única diferencia radica en la escala de tiempo.
El insecto vive su efímero momento e ignora nuestra existencia; si la conociera se asombraría, no podría comprender como vivimos tal cantidad de tiempo. Eso se debe a que su escala es insignificante. Ahora bien, es lógico pensar que puede existir otra escala superior a la que ha forjado la mente del hombre, otra concepción del tiempo en la que nuestros setenta años de vida sea también algunas horas.
Existen en la tierra seres orgánicos con un período de vida superior al del hombre: los elefantes, ciertas especies acuáticas, algunas aves. Incluso hay árboles que tienen su origen en miles y miles de años. Esas escalas tampoco representan el límite absoluto, puede ser que alguien o algo pueda superarlos. En ese caso de nada nos serviría la escala que hemos creado; al variar el concepto del tiempo y de la vida se anula por completo su valor. Nos ocurriría lo mismo que a la mosca de mayo si pretendiera ajustarse a sus conceptos y escalas. Miramos como se consume en pocas horas la existencia del insecto... Sin embargo, del mismo modo, debe de haber algo que haga lo mismo con nuestra propia escala.
La especie humana tiene un terrible fantasma que le acecha: el tiempo. Gracias a sus facultades mentales puede razonar y medir; y ha razonado sobre el tiempo midiéndolo de acuerdo a un sistema fácil y comprensible. Pero el ser humano también posee una creencia terriblemente arraigada: se ha auto considerado el eje de la creación, y entre las muchas cosas que pretende hacer girar a su alrededor, se encuentra el tiempo. Llevado de su soberbia, encasilló al universo dentro del molde que había creado con su ridículo sistema de medidas. Así, establecía el jalón de la vida en los setenta años, y empezó a considerar el mucho o el poco alrededor de el. Su tremenda vanidad le ha llevado a tenerse por la medida de todas las cosas. Contempla al insecto como subnormal porque vive unas pocas horas o días de su tiempo y queda absorto y maravillado ante los venerables árboles milenarios porque le sobreviven. Jamás admitirá que el insecto, el árbol o cualquier otro ser de la creación pueda poseer la verdad del tiempo, si es que la verdad existe.